sexta-feira, 20 de março de 2015

Onde moram os infelizes?

Felicidade. Para a Wikipédia, um estado durável de plenitude e satisfação. Para Vinicius e Tom, uma coisa louca e, claro, delicada também. Para o filósofo Demócrito, ética. Para o meu sobrinho de dois anos, chocolate e uma fantasia de algum super herói. Já para o meu avô de 92, um café forte e um cochilo depois do almoço. O Guimarães disse que ela se acha em horinhas de descuido. Enquanto, para o Drummond, ela é o caminho – com pedras ou não.

Talvez o pai de todos os clichês seja o que diz: a felicidade está nas coisas simples. Sorriso banguelo de criança. Bolha de sabão. Domingo de chuva. Sábado de sol. Abraço de mãe. Grilo verde na janela. Cheiro de pipoca. Segunda-feira de feriado. E por aí vamos. Mas, se é assim tão fácil encontrar a tal felicidade, por que existe tanta gente infeliz nesse mundão?

No Brasil, 7,2 milhões de pessoas passam fome. E não. Não aquela fome que a gente sente entre o almoço e o jantar. Fome mesmo. Dessas que até dói o coração só de imaginar. Essas pessoas passam dias inteiros sem comer absolutamente nada pelo simples e único fato de não terem condições financeiras. Elas vêem muitos sorrisos banguelos de criança, muitas bolhas de sabão que fogem dos condomínios, muitos sábados de sol e grilos verdes. O que mais querem?

Hoje, dia Internacional da Felicidade, pensei em levar uma fantasia do homem aranha pra cada uma das crianças que fazem parte desses 7,2 milhões de pessoas. Cheguei a colocar no micro-ondas, 7,2 milhões de pacotes de pipocas e distribuir o cheirinho bom pra cada uma delas. Levei o café do meu avô e pedi à minha mãe – que tem o melhor abraço que conheço – pra ir lá e abraçar todo mundo. Nada adiantou: nem grilo verde, nem feriado.

Para o Ricardo Alves, lá do interior de Minas, felicidade é ter um amor, a mãe por perto, amigos e um pouquinho de dinheiro que, convenhamos, não faz mal a ninguém. Já para a Sarah Gonçalves, ser feliz é ter liberdade: de amar, de ir e vir, de viver. O Juninho Moreira, entre uma piada e outra, diz que feliz mesmo é quem tem dinheiro e mulher. A Isabela Azi acredita que o que faz feliz é a família, a realização profissional e o amor. A Samylla Mol acredita que o segredo está no entusiasmo: sentir-se pulsar. E a Maisa dos Anjos fica feliz com internet, comida e cama, por que não?

Não há duvidas de que os 7,2 milhões de brasileiros também desejam amor, amigos, a mãe por perto, liberdade de ir, vir e viver, realização profissional, entusiasmo, cama e internet. No entanto, para essas pessoas, o clichê é ainda mais comum: eles, antes de tudo, querem ter o que comer. E talvez isso já seja ser feliz.

Hoje é o Dia Internacional da Felicidade. Pensei em escrever um texto desses cheios de poesia, mas minhas palavras ainda não podem se render ao lirismo e suas métricas complicadas. Minhas palavras são tão simples quanto esses brasileiros. Seja feliz! Mas não se esqueça que outros 7,2 milhões de gente como a gente não o são. 

terça-feira, 17 de março de 2015

¿Contra quién protesta Brasil? *

El 15 de marzo de 1964 se iniciaba el régimen militar brasileño. A partir de esa fecha, el país vivió el período más oscuro de su historia: fueron 21 años de dictadura. El 15 de marzo de 2015, 51 años después, Brasil asistió a una marcha que llevó a millones de personas a las calles. Increíblemente, una gran parte de esas personas pedía, justamente, el retorno de los militares al poder.
Las protestas ocurridas en las principales ciudades brasileñas el último domingo evidencian una insatisfacción con el gobierno de Dilma Rousseff (PT), re-electa presidente del país en octubre de 2014. Sin embargo, para comprender el movimiento de forma efectiva, es necesario tener en cuenta una serie de factores, que casi nunca están citados por la gran prensa brasileña e internacional:
A. El perfil de los manifestantes: el gobierno de Rousseff, así como de su predecesor y también petista Luis Inácio Lula da Silva, es el responsable por la creación y mantenimiento de medidas de combate a la desigualdad social en Brasil. A través de las becas y programas de reparto de ganancias, el gobierno logró disminuir significativamente la pobreza, permitiendo, así, que millones de personas tengan, hoy, oportunidades antes restrictas a una parcela mínima de la población. No es secreto que ese avance de la llamada "nueva clase media" incomoda a millares de brasileños que, constantemente, en sus perfiles de las redes sociales, se quejan de que "ahora todos pueden viajar en avión", "cualquiera tiene la posibilidad de frecuentar la universidad", o, el dicho más común, "es imposible encontrar gente para trabajar como doméstica, ya que ahora todos ganan plata del gobierno". Es evidente que la motivación de las últimas protestas no es solamente esa insatisfacción en relación a los cambios sociales. Sin embargo, es importantísimo saber que el perfil predominante de los manifestantes es, sí, el del hombre blanco y rico.
B. La actuación de la prensa: Mucho se sabe de que los dueños de los principales medios de comunicación de masa en Brasil son contrarios a los gobiernos de Lula y Dilma. Sin embargo, después de las últimas elecciones, esa posición se tornó aún más evidente. Luego de que empezaron los rumores sobre las protestas del 15 de marzo, la prensa brasileña se transformó la "agenda del movimiento", divulgando diariamente la programación de las protestas e, implícitamente o no, invitando a las personas para que participen de las acciones. Es fundamental entender también la constante tentativa de los medios brasileños de crear una especie de pánico general, tratando la información de una forma completamente imparcial, que lleva a creer que Brasil vive los peores momentos de su historia: política y económica. Lo que, seguramente, está lejos de ser verdad.
Con carteles en inglés y alemán, manifestantes piden ´intervención militar´
C. Rousseff y PT: El odio al Partido de los Trabajadores (PT) estuvo presente en la mayoría de las pancartas divulgadas en la marcha del domingo, que constantemente asociaban el partido con la corrupción en el país. La corrupción en Brasil – así como en otras naciones latinoamericanas – es real y preocupante. Pero lo que muchos parecen desconocer es que ese problema existe desde el principio de la historia del país: se profundizó durante el gobierno militar y siguió después en los años de neoliberalismo y del petismo. Sin embargo, fue en el gobierno Lula, en lo llamado "mensalão", que pasaron a investigar el tema. Además, el juzgamiento de los políticos denunciados de "corruptos" con sustento, ocurrió por primera vez en Brasil durante el primer mandato de Rousseff. Otro factor interesante, por así decir, es la tentativa de aproximar el PT al comunismo. En las protestas, fueron comunes frases que decían: "Brasil no va a ser una nueva Cuba", "Fuera comunismo!", "SOS intervención militar". Relacionar el Partido de los Trabajadores al comunismo es mostrar una ignorancia en relación al partido y, principalmente, al comunismo en sí mismo.
D. El avance fundamentalista en Brasil: El movimiento ocurrido en el último domingo tiene por detrás varias posibles figuras protagonistas: una empresa petrolera norteamericana; el candidato derrotado Aécio Neves; la principal red televisiva brasileña, la Globo. Sin embargo, quién protocoló el pedido de impeachment contra la presidenta Dilma es el diputado Jair Bolsonaro (PP). Bolsonaro, es uno de los políticos más votados en las últimas elecciones, es la cara del fundamentalismo religioso en Brasil. Declaradamente homofóbico y conservador, el diputado va en contra los derechos humanos constantemente. Evangélico, es conocido por defender el retorno del régimen militar y por creer en la tortura como práctica legitima. Es enorme el gran número de personas que siguen a Bolsonaro. En la protesta, estas salieron con cartones de "No al aborto legal", "No a la unión homoafectiva", entre otras declaraciones que parecen no pertenecer al siglo XXI.
Las protestas en Brasil no son un fenómeno aislado. Al contrario, el hecho parece hacer parte de las movidas desestabilizadoras que hay actualmente en América Latina. Sería de mucha coincidencia que los brasileños (o, por lo menos, 1% de los brasileños) resuelvan salir a la calle al mismo tiempo en que el gobierno de Nicolás Maduro, en Venezuela, recibe duras declaraciones de los Estados Unidos o que el gobierno de Cristina Kirchner, en Argentina, es acusado de encubrir a los responsables de acciones terroristas ocurridas hace más de 20 años atrás.
No es nada irracional creer que la América Latina pasa por un momento de fortalecimiento de la extrema derecha, que intenta retomar el poder con el apoyo norteamericano. No es fantasía. Tampoco es la primera vez que eso ocurre. Lo que sí parece increíble es que un sector social salga a marchar por voluntad propia, pidiendo el retorno de los militares para mantener la democracia. "El discurso del odio", ¿qué lo podrá apagar?

* Texto publicado no jornal argentino ReportePlatense em março de 2015.

sábado, 14 de março de 2015

A revolta das panelas


Seus gritos ecoam pelos condomínios. O soar de suas panelas acostumadas ao sossego de domingos fartos confunde o silêncio rigoroso de todas as noites.  Os palavrões que saem de suas bocas tão profundamente bem educadas parecem contradizer a finesse da classe. A chuva de nacionalismos que jorra de quem nunca acreditou no país denuncia que, ali, dentro daqueles muros, pouco se sabe sobre o que faz o Brasil. Contraditoriamente, eles não economizam nas bandeiras e nas camisas da seleção, ufanistas desde criancinhas.  

A mídia bate-panelas, tão acostumada a enquadrar a realidade do seu próprio modo vesgo, faz com que eles acreditem que são a maioria; que seus condomínios são as ruas de todo o país; que a sua crença não só é a mais certa, mas a única possível; que eles devem ser os heróis de um país à beira do caos. Caos. Para evitar esse perigo iminente, eles sairão a marchar, como um exército de escolhidos. Afinal, eles têm a sabedoria. E sempre a tiveram, desde os tempos de eleição.

Ao badalarem os sinos, os portões de cada condomínio fechado se abrirão. Cada mão segurará democraticamente o seu cartaz escrito em inglês. Cada coração verdeamarelindo declarará seu ódio pelo vermelho assustador. Cada consciência desfilará tranqüila pela cidadania exercida e pelo sapato sujo com barro de rua pela primeira vez. Levarão água e barra de cereais. Light.

Afinal, o que eles querem? Defender uma democracia oligárquica que deslegitima toda uma eleição? Garantir que sejamos todos iguais, mas uns caetanamente mais iguais que os outros? Acabar com uma corrupção que, embora real e visível, só começou a ser investigada de fato nos anos vermelhos do Brasil? Ou será que, de repente, defender as empresas nacionais virou página importante na bíblia que alimenta essa fé, tão certa e direita?

Afinal, pelas barbas de Fidel, o que eles querem? Impedir que o Brasil se torne Cuba e que, de repente, todos comecem a fumar os charutos que eles se presenteiam no Natal? Acabar com essa história de bolsa esmola disso e daquilo, para que o brasileiro finalmente aprenda a pescar sua própria sardinha? Ou será que eles estão com medo do golpe comunista que o fantasma do Jango trouxe na última sexta-feira 13?    

Eles. Nós, não. Desse lado, o que bate o coração (valente, por que não?), o ódio fala mais baixo, quase em sussurros. Escolhemos nosso nome cinco meses atrás. E escolher é se mostrar, é dar a cara a tapa, é defender uma utopia (ou uma vontade, que seja). Há, de fato, os que escolhem por interesses mesquinhos, individuais, hipócritas. Mas há, sobretudo, os que escolhem porque acreditam, porque esperam, porque querem fazer parte da construção de uma história melhor. Há os que escolhem porque sonham, com os pés no chão e as panelas no fogo, vigilantes. E sonhar, ao contrário do que eles imaginam, não é deixar de criticar. Mas é, sim, saber por que e como fazê-lo.  

Que me perdoe cada brasileiro que está tirando as panelas do armário pela primeira vez. Defendam seus ídolos fanáticos, apontem seus dedos cheios de razão, clamem pelos militares e chorem por toda a nossa corrupção, tão novata. Amanhã, a rua é de vocês. Nos outros 364 dias do ano, ela é nossa. Povo que somos.