La autopista que conecta Buenos Aires con el ingreso sur de la ciudad de Rosario se llena de autos en la medida en que se acerca el CityCenter. ¿Todas esas personas decidieron ir al casino en la misma hora? Domingo de lluvia, noche ideal para hacer apuestas y probar la suerte en una de aquellas maquinitas que toman el dinero de quién insiste en creer en el suceso del próximo intento.
– ¿Sabes por qué el lugar está tan lleno de gente?
– Todos vinieron por el show de hoy. ¡Yo también vine por eso! – Dijo la señora de sombrero largo sin esconder la ansiedad para lo que estaba por venir.
El casino más grande de Latinoamérica no es la estrella del día. Todas aquellas personas – jóvenes vistiendo camisetas de equipos de fútbol, mujeres con sus adornos y joyas finas, hombres de traje, chicas con celular en la mano para tomar la mejor foto – esperan por el show de Caetano Emanuel Vianna Telles Veloso, Caetano Veloso, el brasileño Caê.
Caetano llegó con su ropa tradicional, compañera de todas las presentaciones del show Abraçaço: una camisa gris, pantalones jeans y zapatillas negras y blancas. La sencillez de la vestimenta del cantante parece contradecir la complejidad de su voz, capaz de alcanzar los tonos más altos sin desafinar cualquier momento.
"Estoy muy feliz por estar otra vez en Rosario. Con Pedro (guitarrista) ya estuvimos aquí. Ricardo (bajo) y Marcello (batería) están por primera vez. Así que, para mí, es una alegría multiplicada". Multiplicando entonces su alegría y ritmo bahiano, Caetano volvió al palco de Rosario después de 16 años y presentó algunas de sus clásicas canciones seguidas de los nuevos hits del álbum Abraçaço. De una manera teatral, el bahiano bailó a su modo tropical y amenazó desabrochar su camisa para volver a cerrarla luego.
Mientras en el palco se mesclaban rock, samba y axé en un tipo de experimentalismo genial, tres chicos en el público exhibían camisetas de Fluminense, el equipo de fútbol de Caetano. En la otra esquina, una mujer insistía en traducir los trechos de las canciones para su novio, que escuchaba el gracioso portuñol: "Leãozinho quiere decir leoncito, que es algo parecido a un jaguar...", dijo ella entre sonrisas. Un poco más adelante, un señor se aventuraba a toda la tecnología de su teléfono, intentando sacar el flash de la cámara y para dejar de cegar a los demás con toda su luz.
En mi bolsillo izquierdo llevaba una bandera de Brasil. Estar allí, por primera vez cerca del cantante brasileño, era como estar cerca de todo el país, viendo las caras de mi gente en la poesía de Caetano Veloso. La timidez que, hasta el momento, me había impedido de sacar la bandera, se fue cuando la trayectoria de Carlos Marighella, militante muerto por los militares en la dictadura, ganó voz a través de la canción "Um comunista". Armado con su guitarra, Caetano repitió diversas veces el mensaje del activista brasileño: "una vida sin utopía, no entiendo que exista, así habla un comunista... Así habla."
Fueron una, dos, tres despedidas. Una para cada regreso de Caetano al escenario. Después de más de veinte canciones, encendieron las luces del salón y se terminó el gran abrazo a Rosario.
En la salida, la señora de sombrero caminaba más despacio que de costumbre. Encontró de vuelta a la chica que le había preguntado sobre el show y no se contuvo en decirle algo más.
– Hoy es mi cumpleaños. Soy fan de Caetano Veloso desde que el empezó su carrera hace cuarenta años. Estaba triste por no haber conseguido los ingresos para el show y, hoy, mis dos hijos fueron a mi casa y me regalaron una entrada. Hoy es mi cumpleaños. ¡El mejor que tuve en mi vida!
–¿Y que tal Caetano?
– ¡Un bombón!
Así salimos – yo, la señora de sombrero rojo, los chicos con la remera de Fluminense, la mujer traductora, el hombre que todavía no sabe usar bien su teléfono y todos que estuvieron allá – abrazados por la utopía y por el abraçaço bahiano-brasileño de Caetano Veloso. Como canta su compañero Giberto Gil, ese fue, ciertamente, "aquele abraço!".
* Texto publicado no jornal argentino "Reporte Platense" em novembro de 2014.
* Texto publicado no jornal argentino "Reporte Platense" em novembro de 2014.